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Friday, October 1, 2010

CAPITULO 19 “INCONSCIENCIA”

ESTEBAN PoV।
Me encontraba con Emily y Priscila cuando mi teléfono celular comenzó a vibrar, bufe antes de sacarlo de mi bolsillo.
- excelente momento para molestar – murmure mientras veía la pantalla, suspire antes de contestar – Anna, interrumpes mi cena – dije molesto.
- Esteban, debes regresar inmediatamente al instituto – dijo una Anna muy alterada.
- ¿Qué sucede? – dije mientras me ponía de pie.
- Es Carla, se encuentra muy grave en la enfermería.
Carla, era lo único que tenia que decir para que dejara de hacer lo que fuese que fuera que hacia para ir a su lado, no importaba si intervenía con mi alimentación – voy para allá.
Cerré el teléfono y me dirigí a la puerta ignorando por completo a Emily que me veía con sus enormes ojos abiertos como platos.
- ¿Qué sucedió, Esteban? – pregunto intentando detenerme.
- Debo regresar al instituto de inmediato – dije cortante – es Carla.
Asintió – esta bien pero debes comer algo o no tendrá la fuerza suficiente para estar con ella – dijo mientras dejaba su cuello al descubierto.
- no hay tiempo debo llegar lo mas rápido posible, Anna dijo que estaba muy grave.
- Se que realmente amas a esa chica pero de nada servirá si llegas muerto de sed, hace dos semanas que no te alimentas por no dejarla sola y estoy segura que ella puede esperar un poco, debes alimentarte.
Tenia la tentación ante mis ojos, su yugular se veía tan apetecible y yo realmente necesitaba comer algo o no podría controlarme frente a ella pero tenia que llegar a su lado lo mas pronto posible, ¿acaso Emily no conocía la definición de “muy grave”?
- En el instituto hay donadores, podre alimentarme de uno de ellos, no te preocupes Emily – le di un rápido beso en la mejilla y salí a toda velocidad de la habitación.
Subí al auto que estaba al frente de la puerta y arranque el motor, tenia que llegar hasta donde estaba Carla, tenia que hacerlo y rápido, pise el acelerador hasta el fondo y en cinco minutos hice un recorrido de veinte.
Mi muerto y duro corazón latía con fuerza, estaba muy preocupado por ella ¿Qué le había ocurrido? Cuando la deje sola hace dos horas se encontraba perfectamente. Baje del coche y me dirigí a la enfermería cuidando de no caminar demasiado rápido. Entre en la enfermería y me encontré con Anna, Richelle y Erick en la sala de espera, ¿Qué hacia el idiota de Erick aquí?
Me fui hasta Anna y la tome del brazo - ¿Qué sucedió?
- No lo se, ellos la trajeron hace como veinte minutos – su voz estaba quebrada y sus ojos llorosos e hinchados, tenia las mejillas y la nariz enrojecidas y sorbía su nariz constantemente - yo me encontraba aquí… bueno… porque mi… - suspiro - Max fue a… tenia que ver a la doctora para…
Anna intentaba decirme que su donador no se encontraba y había tenido que ver a la doctora para alimentarse.
- esta bien, ya entendí – le dije un tanto irritado.
Me gire y vi con recelo a Erick, el había tenido la culpa, el y Carla habían estado platicando secretamente en la mañana y ella no había querido decirme de que hablaron.
Termine con la poca distancia que me separaba de el y me le puse enfrente - ¿Qué le hiciste? – pregunte con mi voz mas atemorizante
- Yo no le hice nada – se defendió.
Mentía, estaba seguro que mentía, el le tenia que haber hecho a Carla porque ella se encontraba bien cuando la había dejado para ir con Emily.
Lo tome de camisa y lo levante unos centímetros del suelo, ese tonto niño humano me estaba colmando la paciencia.
- Esteban, por dios – chillo Anna – bájalo, bájalo.
La ignore y le hable a él – tuviste que hacerle algo porque cuando yo la deje se encontraba perfectamente.
- Ya te dije que yo no le hice nada – pronuncio lentamente.
- Si lo que le paso es realmente grave, te juro que voy a matarte – le amenace.
- Señor Arlovski, le pido de la manera más atenta que baje en este mismo instante al señor Dodson.
Me quede viendo a Erick un momento mas antes de voltear y ver a la doctora Mongomeri que me veía con desaprobación, le dedique una sonrisa torcida y solté a Erick haciéndole caer al suelo, camine lentamente hacia la doctora.
- ¿Cómo se encuentra ella? – dije relajando mis facciones y viendo a la doctora con la esperanza de que me dijera que se encontraba bien.
- Tus ojos – dijo mientras estiraba una mano hasta acariciar con las yemas las ojeras debajo de mis ojos - ¿hace cuanto que no te alimentas?
Baje la mirada – eso no importa ahora, dígame como esta ella.
La doctora Mongomeri negó con la cabeza – sígueme.
Me llevo hasta donde se encontraban las camillas y pude ver a Carla acostada en la mas alejada y conectada a un respirador, intente caminar hasta ella pero la doctora me lo impidió.
- Debes alimentarte primero – dijo mientras corría una cortina blanca y nos aprisionaba a ambos en una prisión hecha de cortinas.
Me miro y se deshizo de sus lentes guardándolos en su bata blanca, se levanto las mangas de la bata y se hizo una coleta dejando al descubierto su yugular.
- una vez que te hallas alimentado te dejare acercarte a ella, mientras no lo haga puede resultar peligroso para ambos.
La escuche pero lo único que podía ver era su cuello y la vena que transportaba ese liquido caliente por el cual mi estomago gruñía, quería beber su sangre, deseaba hacerlo, lo necesitaba y la tentación era demasiada, quería abalanzarme contra ella, encajar mis colmillos en su cuello y sorber su sangre hasta que mi hambre terminase.
- Esteban, hazlo – dijo más bien como una orden.
Me acerque lentamente y la tome por la muñeca, pude sentir su pulso acelerado y mi estomago gruño de nuevo, era demasiada la tentación así que sin pensarlo dos veces hundí mis colmillos en su cuello, el liquido caliente entró en mi cuerpo y me sentí descansado, las endorfinas hicieron su trabajo porque a mis papilas gustativas les resulto embriagadoramente deliciosa la sangre de la Doctora Mongomeri, su sangre era extremadamente deliciosa para provenir de una joven donadora, era casi como sangre humana.
Seguí succionando su sangre hasta que sentí que ella intentaba apretar su agarre contra mi hombro, entonces comprendí que era momento de separarme de ella. Me aparte de su cuello unos centímetros y vi la marca de mi mordida.
- Lo siento – susurre en voz demasiado baja para que solo ella pudiese escucharme.
La ayude a recostarse en una camilla y espere a que se sintiera mejor.
- podrías… ¿podrías traerme una lata de soda? – pregunto cerrando los ojos.
Asentí y salí hacia la pequeña sala de espera, ignore a todos los presentes y me fui al pequeño frigorífico que tenia la doctora al lado del escritorio, saque una lata de soda y regrese a su lado. Le tendí la lata abierta y ella bebió el contenido casi de manera desesperada.
- Puedes ir a verla, yo estaré bien – ordeno.
Asentí y salí de la pequeña prisión para ir al lado de la camilla de Carla. Cuando estuve a su lado mi corazón dio un vuelco, se veía hermosa con su castaño cabello desparramado por toda la almohada, parecía un ángel, ¡Si!, ella era mi propio ángel, mi pequeño y frágil ángel que había caído del cielo y se había atravesado en mi vida para que yo lograra hacerla feliz.
Acaricie su cabello y me senté en una silla al lado de su cama, me quede contemplándola, ¿Qué le había sucedido?, no soportaba verla ahí tendida en la cama conectada a un respirador, mi corazón se partía en dos al ver que yo no podía hacer nada por ella, mi ángel estaba lastimado y todo era mi culpa ¿Por qué tenia que haberla dejado sola? Tal vez, solo tal vez si no me hubiese ido ella estaría bien, estaríamos junto al rio abrazados y contemplando la puesta del sol como lo hacíamos cada tarde, si algo le sucedía mi existencia estaría perdida, ya había experimentado el perder a alguien, yo había perdido a Daniela hace tantos años y ahora podría perder a Carla de un momento a otro.
- Mi amor – dije acariciando su mejilla – si tu te vas no que va a suceder conmigo, no podría soportarlo.
Sentí algo húmedo en mi cara, ¡una lagrima! Yo no había llorado desde lo de Daniela, incluso había olvidado que tenía la capacidad de llorar. Yo amaba a Carla, la amaba de verdad y no podía dejar que nada le sucediera pero me enfadaba demasiado el hecho de verla ahí tendida y no poder hacer nada para salvarla.
- Se pondrá bien, no te preocupes – dijo una conocida voz detrás de mí.
Voltee y mire a Anna con los ojos hinchados y llenos de lagrimas - ¿Cómo puedes saberlo? – voltee hacia Carla – me estresa verla ahí y no poder hacer nada.
Anna puso una mano sobre mi hombro – Richelle dijo que se pondrá bien.
Mire a Anna con incredubilidad - ¿desde cuando eres amiga de Richelle? ¿Quién es ella para decir que se pondrá bien? No creo que ella sepa más que la Doctora.
- Richelle dice que es normal lo que le sucede y que dentro de unos días estará bien.
- ¿y qué demonios sabe ella? – le grite molesto.
- ven conmigo, ella nos explicara todo.
- Richelle no puede explicarnos nada, es una simple mortal ¿no entiendes Anna? – Richelle nunca me había agradado y me molestaba el simple hecho de escuchar su nombre - ¿no entiendes que la única persona que puede salvarla es la doctora?
- solo ven conmigo Esteban, no te estoy pidiendo que creas en lo que nos valla a decir, simplemente acompáñame.
Negué con la cabeza – no voy a separarme de su lado – gruñí lentamente.
- solo será un minuto, Esteban.
¿Qué tenia que decirnos Richelle?, la verdad era que no quería saber nada referente a ella, no me agradaba mucho pero tampoco la detestaba como Anna lo hacia pero aun así desde que Carla y yo tuvimos problemas cuando ella ingreso al instituto, yo no había hablado de ella ni la había volteado a ver.
Entonces de la nada recordé la mañana del incendio y lo que me dijo Richelle acerca de su pasado, ¿era verdad que ella también era como Carla?, si era así ¿ella podría curar a Carla?, no me gustaba la idea de ir a verla pero si quería saber la manera de recuperar a Carla, tendría que hacerlo.
- Solo un minuto – conteste mientras cerraba los ojos.
- te espero afuera – dijo antes de que escuchara el sonido de la puerta al cerrarse.
Abrí los ojos y mire a Carla – amor, tu sabes que te amo demasiado y si algo llega a pasarte no se que va a suceder conmigo – metí una mano a mi bolsillo y saque una cadena de oro blanco con un diamante en forma de corazón, lo admire por un momento en mi mano y después con mucho cuidado se lo puse a Carla.
- Descansa mi pequeño y frágil ángel – le di un beso en la frente y salí de la enfermería.
Anna se encontraba en el pasillo con Érick y Richelle.
- Vallamos a la cafetería para hablar mejor – sugirió Érick cuando llegue.
Negué con la cabeza – hay mucha gente ahí y alguien podría escucharnos.
- Entonces solo vallamos a otro lado – dijo Richelle comenzando a caminar fuera del pasillo.
Todos seguimos a Richelle hasta llegar a un viejo y frondoso árbol a un costado del gimnasio, donde nadie podía escucharnos ya que estábamos suficientemente separados de los demás.
- Bien, ¿Qué es lo que tienes que decirnos? – dije dirigiéndome a Richelle cuando todos estuvimos sentados en el césped.
- bueno, ustedes dos saben lo que es una Carla ¿cierto? – dijo un tanto nerviosa.
- una Hechicera – dije mientras asentía con la cabeza – continua.
- bueno, ella en estos momentos tiene una decaída a causa de la magia – bajo la mirada y continuo – esta obteniendo su magia al máximo y eso es lo que hizo que ella enfermara.
- y entonces ¿para que era su dichoso amuleto? – dijo Anna, su voz era fría pero cortada a causa del llanto.
Richelle saco el amuleto de su bolsa trasera y nos lo mostro – es el amuleto de Carla, tuve que quitárselo porque si se lo dejaba puesto podría hacerle daño.
Por eso no me tope con su amuleto cuando le puse la cadena a Carla, Richelle lo tenia - ¿no se supone que la protegerá? ¿Por qué le haría daño, entonces?
- la magia del amuleto y la magia que posee Carla en su cuerpo son muy distintas, si le dejaba puesto el amuleto este podría atacar a la magia del cuerpo de Carla y entonces ella… ella podría…
- morir – completo Érick, que no había hablado desde que llegamos ahí.
Anna soltó a llorar de nuevo y se recargo en mi hombro, pase un brazo por sus hombros y la atraje a mi para consolarla – tranquila, ella estará bien – le susurre al oído, demasiado bajo para oídos humanos.
- pero si se lo quitaste, entonces ella estará bien ¿cierto? – dije intentando no doblegarme ante ellos, aunque honestamente tenia muchas ganas de hacer lo mismo que Anna y correr hasta estar al lado de Carla y quedarme con ella hasta que despertase.
- solo hay que esperar que su cuerpo termine de acostumbrarse a la magia de Carla, serán dos o tres días antes de que vuelva a despertar.
Asentí y volví a mirar a Anna que seguía sollozando en mi pecho, acaricié su cabello para calmarla.
- no te preocupes Esteban, ella regresara – dijo Richelle poniendo una mano en mi hombro.
La mire a ella y después baje la mirada hasta su mano en mi hombro.
- Lo siento – dijo mientras la quitaba.
Después de eso Richelle y Érick nos dejaron solos a Anna y a mí. Consolé a Anna por un rato hasta que se calmo y dijo que iría con Alexander para explicarle todo, cuando se fue yo regrese a la enfermería al lado de Carla y dormí en la silla al lado de su cama mientras sostenía su mano.
- Esteban – me despertó una suave voz.
Abrí los ojos inmediatamente y vi a la doctora Mongomeri - ¿Qué … ¿Qué sucede?
- será mejor que vallas a tomar una ducha para ir a clases – dijo la doctora - los señores Smith estarán aquí en unos minutos y ellos cuidaran de ella.
Gire para ver a Carla, su rostro sereno y lleno de paz, se veía indescriptiblemente hermosa – no quiero irme de su lado – dije mientras quitaba un mechón de cabello de su cara.
- al menos ve a cambiarte, puedes venir a la hora del almuerzo y estar con ella si lo deseas pero si pierdes clases me veré obligada a no dejarte verla.
Voltee a verla cuando dijo esto ultimo – usted no haría eso – dije un tanto inseguro.
- podrías meterme en problemas si pierdes clases por estar aquí.
Solté un suspiro y me puse de pie – no tardare – dije y salí a toda velocidad por la puerta, ahora no me importaba si un humano me veía correr tan deprisa lo único que me importaba era darme prisa para regresar a su lado.
Me fui a tomar una ducha rápida y me puse el uniforme del instituto, estaba por salir cuando Eduardo entro goteando en la habitación, acababa de salir de la ducha y solo llevaba una toalla enredada cubriéndolo de la cintura hacia abajo.
- Hey, ¿Dónde estabas? – pregunto pasando una mano por su mojado cabello – no viniste a dormir anoche, ¿estabas con Carla?
Lo mire, el se refería a “estar con Carla” en un doble sentido – ella esta en la enfermería – dije cortante mientras buscaba mi mochila ¿Dónde demonios la había puesto?
- Hombre, ¿pero que le hiciste? – dijo en tono burlón, el seguramente pensaba que Carla y yo habíamos estado juntos en un contacto cuerpo-cuerpo (como en otras ocasiones), y que yo la había lastimado o algo así.
- Yo no le hice nada, ella esta ahí desde ayer ¿no sabias?, se puso mal o algo así y pase la noche en la enfermería… ella esta, umm, inconsciente.
- No tenia idea – dijo dejando de lado su tono burlón.
- ¿has visto mis libros? – pregunte – debo volver a la enfermería antes que los padres de Carla lo hagan.
- oh, tu mochila – se le quedo viendo a todo el cuarto, la verdad era que teníamos un verdadero desastre y siempre batallábamos para encontrar nuestras cosas, se rasco la cabeza – busca debajo de la cama.
Lo obedecí, pero no había más que zapatos y ropa sucia – aquí no esta – dije poniéndome de pie.
- entonces no tengo idea, hermano – dijo encogiéndose de hombros y dirigiéndose al armario para tomar su uniforme.
Me quede parado a la mitad de la habitación intentando hacer memoria de donde la había puesto la tarde anterior, recuerdo haber llegado y arrojarla al lado del escritorio para ir a ver a Carla en el vestíbulo, ¡eso es!, al lado del escritorio había un montón de ropa, la hice a un lado y ¡sorpresa, sorpresa!, ahí estaba mi mochila, la tome y cheque que efectivamente tuviese libros ya que hace unas décadas un gracioso compañero de habitación había metido gelatina de frambuesa entre mis libros y había tenido que entregar mi tarea de Francés con unas pequeñas manchas de color rosado y oliendo a frambuesa. Bien, todo en orden, la cerré y la puse sobre mi hombro.
- asistirás a clases ¿cierto? – pregunto Eduardo antes de que yo saliera de la habitación.
- no, solo me puse el uniforme y busqué mi mochila como loco por puro gusto – dije en tono sarcástico, Eduardo me sonrió mientras negaba con la cabeza – lo se, llegare un poco tarde a historia y tal vez no valla a francés – dije encogiéndome de hombros.
- la señorita Duerre va a reprobarte si no asistes a su clase – me advirtió.
- puedo lidiar con eso, Carla es mas importante que aprender a decir estúpidas frases en francés – dije mientras giraba el pomo de la puerta y la abría.
- no vemos luego – se despidió.
- si, si, como sea – dije mientras cerraba la puerta detrás de mi.
Esta vez camine un poco mas despacio hasta la enfermería, cuando entre en ella un alto señor con el semblante preocupado y una mujer igualmente preocupada estaban hablando con la doctora Mongomeri, todos voltearon a verme cuando cerré la puerta.
- Esteban, ven aquí – dijo la doctora cuando me quede en silencio viendo la escena.
La obedecí y camine hasta su lado.
- El es Esteban Arlovski, él… umm, ha estado muy preocupado por su hija, paso la noche aquí cuidándola.
Si pudiera sonrojarme, estaría rojo como un tomate, pero debido a que por mis venas no corre sangre, me salve de ese bochorno.
- un gusto verlo de nuevo – dije estirando mi mano hacia el padre de Carla.
El señor tomo mi mano – lo mismo digo, me sorprende que hayas pasado toda la noche cuidando a mi hija.
- ella me preocupa mucho – confesé – solo quería asegurarme que estuviese bien.
- ¿quieres entrar a verla antes de que vallas a clases? – pregunto la madre de Carla.
Asentí un tanto apenado y sumamente nervioso, la doctora Mongomeri nos disculpó y me dirigió hasta la camilla de Carla.
- No tardes mucho, tienes que ir a clases – dijo antes de dejarme solo con ella.
- Si, como diga.
Cuando la doctora Mongomeri me dejo solo, tome la mano de Carla entre las mías y la mire.
- Despierta, por favor – dije en un susurro – quiero ver esos hermosos ojos tuyos otra vez, quiero que te despiertes y poder estar juntos por el resto de la eternidad.
Acaricie su mejilla y deje escapar un lagrima, solo con ella podía hacer eso, solo con ella podía descargar ese nudo que había en mi garganta y sacar todo el dolor que había dentro de mi.
- mi pequeño y frágil ángel – dije con una sonrisa en mi rostro mientras intentaba detener las lágrimas – despierta de ese eterno sueño, mi ángel.
Tenia un enorme nudo en mi garganta y solo quería quedarme con ella y llorar a su lado hasta que despertara, me hacia demasiado daño viéndola de esa manera, un dolor indescriptible apuñalaba mi pecho una y otra vez a la altura de donde debería estar mi corazón, solo quería que despertara ¿era mucho pedir?, solo quería ver esos hermosos ojos verde grisáceos verme de nuevo, quería tenerla entre mis brazos y que ella se sintiese segura, quería que despertara y me dijera que me amaba como la amo yo, que me dijera que estaría a mi lado por siempre, solo quería verla bien, verla llena de vida y verla sonreír otra vez, ver ese brillo especial en sus ojos cada vez estamos juntos, sentir el latido de su corazón contra mi pecho y el débil pulso de sus muñecas, sentir su respiración cerca de mi y quería escucharla susurrar mi nombre de esa manera que solo ella lo hace, quería tenerla de vuelta a mi lado y no separarme de ella ¿Por qué no podía despertar y terminar con mi sufrimiento de una buena vez?, me hacia daño, mucho daño.
- Realmente la amas ¿no es así? – pregunto una voz ronca y cansada, alce la vista y vi a Víctor mirarme con el rostro inexpresivo.
- amar, es una pequeña palabra, un sentimiento enorme pero que no describe totalmente lo que siento por su hija – dije girando a verla de nuevo.
Víctor se quedo callado y sentí su vista en la mano que sostenía la de Carla.
- La doctora Mongomeri dice que llegaras tarde si no te das prisa – dijo después de unos minutos en silencio.
No respondí, solté un suspiro y le di un beso en la frente a Carla antes de ponerme de pie – regresare a la hora del almuerzo.
Víctor asintió y salí de la enfermería rumbo a mi clase de historia…

La hora de historia y de matemáticas fueron realmente lentas, es como si el reloj estuviese empeñado en no caminar. Me encontraba en la clase de ciencias computacionales, la última clase antes del almuerzo, el señor Downie nos estaba explicando como crear una página web. Todos estábamos realmente aburridos ¿de verdad no entendía que eso no nos interesaba?
Fui el primero en salir cuando la campana sonó, en primera porque quería algo de aire fresco y en segunda porque necesitaba regresar al lado de Carla. Cruce corriendo (a velocidad humana) el camino hasta la enfermería, cuando llegue arroje mi mochila al lado de la puerta y me fui al escritorio donde se encontraba la doctora Mongomeri escribiendo en su computador.
- Hola – dije metiendo las manos a mis bolsillos.
La doctora levanto la mirada y me sonrió – Hola, Esteban – su tono era dulce y amigable igual que su cara.
- puedo… ¿puedo verla? – pregunte indeciso.
- Claro, Elena esta con ella en estos momentos pero supongo que le caerá bien un refrigerio – se puso de pie y me guio por el ya bien conocido camino.
Elena se encontraba sosteniendo la mano de Carla y sollozaba mientras murmuraba algo no muy claro aun con mi sentido auditivo extremadamente sensible.
- Elena, Esteban esta aquí – anuncio la doctora Mongomeri.
Elena levanto la cabeza y me sonrió mientras secaba sus lágrimas – hola Esteban – dijo con la voz quebrada.
- Hola señora – dije cortésmente.
- Elena es un poco tarde ¿deseas comer algo?, podemos llamar a la cafetería para que nos manden algo del menú de profesores – sugirió la doctora.
- esta bien – contesto después de unos segundos de pensarlo – cuida de ella Esteban.
- no dude en que lo hare – conteste.
La doctora Mongomeri y Elena salieron hacia la sala de espera, me senté en la silla donde hacia unos minutos se encontraba Elena.
- Mi pequeña, ¿Cuándo despertaras? ¿Cuándo me darás la dicha de ver esos hermosos ojos tuyos de nuevo, de sentir tu aliento cerca de mí y el latido de tu corazón en mi pecho? – pregunte esperando que de un momento a otro ella abriera los ojos y me respondiera pero era obvio que eso no sucedería, ¡estúpidas películas que siempre lo hacen ver tan sencillo!
Pase toda la hora del almuerzo con ella, cuidándola y hablándole en susurros hasta que Elena regreso y la doctora Mongomeri me obligo a regresar a clases, pero me encontraba hambriento así que fui a la cafetería y pague una hamburguesa y una soda, me fui bajo un árbol y comí mientras pensaba en ella, no podía dejar de preguntarme cuando despertaría, sentía como si me hubiesen quitado lo mas preciado, me sentía vacio por dentro, me sentía como antes de conocerla, me sentía solo.
Pase una semana con la misma rutina, asistía a las primera horas, a la hora del almuerzo iba a su lado y después llegaba una hora tarde a mis clases, tuve problemas con la maestra de Francés y la de Física por no asistir a sus clases después del almuerzo pero sinceramente Carla era mas importante para mi, al fin de cuentas regresaría al instituto en medio siglo.
Al sexto día yo estaba increíblemente ansioso, quería despertarla, moverla y gritarle hasta que abriese los ojos, pero notablemente no podía hacer eso frente a sus padres y la doctora.
- ¿Cuándo va a despertar? – le dije a Richelle el séptimo día al final de la clase de educación física mientras la tomaba del brazo.
- No se – respondió despreocupada mientras intentaba zafarse de mi agarre.
- dijiste que serian dos o tres días y lleva dormida siete días.
Levanto una ceja - ¿llevas la cuenta? – dijo con tono burlón mientras una malvada sonrisa se apoderaba de su rostro.
- Claro, estoy preocupado por ella – dije mientras la apretaba aun mas – estoy desesperado, quiero que despierte.
- oye, yo no se cuanto tiempo tarde, dije podrían ser dos o tres días pero tal vez tarde mas, yo no conozco como esta llevando su cuerpo la absorción de la magia.
Afloje un poco mi agarre y ella aprovecho para soltarse – no seas impaciente, ella despertara tarde o temprano – dijo con indiferencia mientras se daba la vuelta para salir.
Esa tarde mientras estaba en la enfermería recibí el llamado de la directora que me solicitaba urgentemente en su oficina, sin mucha felicidad le pedí a Anna que se quedara con Carla mientras iba a ver que quería la señorita Thomberry.
Atravesé el camino hacia su oficina que se encontraba detrás de una puerta del vestíbulo del edificio principal, cuando llegue toque la puerta perezosamente.
- Adelante – grito desde dentro.
Abrí la puerta y entre - ¿quería verme señorita directora? – pregunte mientras cerraba la puerta detrás de mi.
- Si Esteban, toma asiento por favor – gesticulo hacia una silla frente a su escritorio y yo me senté en ella.
- estoy enterada que la señorita Smith esta en la enfermería y lleva ahí poco mas de una semana, se que ustedes dos tienen… una especie de relación – asentí y ella continuo – también se lo que sucedió con la señorita Weber hace algunos siglos, pero no lo llame para conversar sobre sus citas humanas.
- ¿entonces?
- La señorita Duerre y la señorita Macussi me han reportado que no ha asistido a sus clases después de la hora del almuerzo y me gustaría saber la razón.
- bueno… yo… la verdad es que no he asistido porque…
- usted no a asistido a sus clases de Francés y Física porque pasa toda la hora del almuerzo en la enfermería y después esta tan hambriento que se salta la siguiente hora para comer algo ¿me equivoco?
- bueno… la verdad es… pues usted… - estaba nervioso, intente relajarme y solté un suspiro – tiene razón.
- se ha perdido un examen de francés y no entrego un trabajo muy importante de física.
- la verdad yo pensaba hablar con las maestras para…
El sonido de mi celular me interrumpió, le dedique una sonrisa a la directora, saque el móvil de mi bolsillo delantero y leí el nombre de la pantalla… “Anna Burnet”
- ¿puedo? – dije mientras señalaba el teléfono en mi mano.
La directora soltó un suspiro y asintió una vez con la cabeza, sonreí y conteste la llamada.
- ¿Qué sucede Anna?
- ¡Despertó! ¡Despertó! – Grito eufórica – Carla despertó.

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